Capítulo 123
Capítulo 123: La Sangre se Derrama
En un momento, tres personas tiraban de Valentina. Ella sentia que Luna y Aitana eran como lastres pegajosos. No queria involucrarse en una pelea en la exposición de antigüedades del museo y arruinar el ambiente. Justo cuando estaba a punto de apartarse de ellas y buscar al personal de seguridad para controlar a estas mujeres, Luna tropezó de repente.
-¡Ah…!
Luna gritó de dolor, perdiendo el equilibrio. En su caída, intentó desesperadamente agarrarse de algo para mantenerse en pie. Soltó la ropa de Valentina, pero eso solo desestabilizó más su equilibrio. En un instante, Luna solo pudo agarrarse del cabello de la persona más cercana. Copyright Nôv/el/Dra/ma.Org.
-¡Ah…!
Aitana sintió un dolor agudo en el cuero cabelludo, incapaz de soportar el peso de Luna. Cuando Luna cayó al suelo, Aitana también se desplomó.
-¡Ah, duele…!
Aitana se llevó la mano a su vientre, y pronto, un charco de sangre se formó bajo ella, tiñendo su
vestido blanco.
Luna entró en pánico al ver la escena; después de todo, fue ella quien tiró de Aitana. Sabiendo que Aitana estaba embarazada, temía las consecuencias. Si algo le pasaba a Aitana o al bebé, no solo Aitana y su tio Marc no la perdonarían, sino que la familia Rodríguez probablemente también buscaria responsabilidades.
-Aiti…
Luna estaba aterrada, intentando explicar que no fue su intención. Pero Aitana, mirando fijamente a Valentina, la acusó con voz fuerte:
-¡Valentina, por qué me empujaste?!
¿Valentina la había empujado? No solo Valentina estaba sorprendida, sino también Luna, Carmen y Lucía, que observaba todo desde una distancia.
Valentina frunció el ceño; claramente había sido Luna quien habla tirado de Aitana. ¿Ahora la culpa recaia sobre ella? Una sonrisa fria se dibujó en su rostro. Lo más urgente era llamar a una ambulancia. Sin decir una palabra, sacó su teléfono. Aitana, dándose cuenta de sus intenciones, se arrastró hacia Valentina y agarró su pie. Al contacto, Valentina se estremeció, y su teléfono cayó al suelo.
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Altana, con lágrimas en los ojos, continuó acusándola:
-¿Por qué me empujaste, Valentina? Soy tu hermana, sablas que llevaba el hijo de Noah, y aún asi me empujaste. Puedes odiarme por casarme con Noah, pero ¿cómo puedes lastimar a mi hijo?
Valentina siempre había sido paciente, pero ahora estaba furiosa:
-No me importa si realmente llevas un hijo en tu vientre, yo no te empujé.
Aitana sonrió con desdén, como si tuviera a Valentina en sus manos:
-¿Empujaste o no? Ellos lo vieron todo. Luna, Carmen…
Aitana llamó a las dos, y luego vio a Lucía parada junto al lavabo. Después de un breve momento
de vacilación, ignoró a Lucia y continuó:
-¿Vieron si Valentina me empujó?
Luna estaba atónita y tardó en reaccionar. Carmen, comprendiendo rápidamente las intenciones
de Aitana, afirmó:
-Sí, lo vi. Fue Valentina.
Aitana miro triunfante a Luna:
-¿Y tú, Luna?
Luna, sorprendida, tartamudeó:
-Si, fue… Valen…
Pronto Luna se calmó, como si hubiera tomado una decisión, y echó toda la culpa sobre
Valentina:
-¡Valen, la empujaste, la empujaste!
Valentina sonrió amargamente ante el ataque concertado. ¿Qué podía hacer? ¿Contraatacar? No queria ensuciarse la boca. Pero estaba claro que Aitana había venido por ella. Valentina miró a su alrededor. No había cámaras de seguridad en el baño, imposible obtener una grabación del incidente. Se volvió hacia Lucia Valenzuela, quien estaba detrás de ella. Sus miradas se cruzaron, y Lucia le sonrió levemente, consciente de la dificil situación de Valentina, pero no dijo
nada.
El alboroto atrajo la atención de la gente de la zona de exposiciones. Aitana, viendo a la gente acercarse, comenzó a llorar desconsoladamente:
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-Mi bebé… lo siento, Valentina, ¿por qué me empujaste…?
Parecía confundida, pero cada palabra estaba calculada para transmitir su mensaje.
De repente, alguien en la multitud gritó:
-¡Llamen a una ambulancia…! ¿Cómo es que nadie ha llamado aún?
Pero ni Luna ni Carmen sacaron sus teléfonos. Luna incluso empujó a Valentina, acusándola:
-¡La has herido así y ni siquiera permites llamar a una ambulancia! ¡Eso es asesinato!
Valentina tropezó con el empujón, y justo cuando iba a chocar contra la pared detrás de ella, dos figuras se precipitaron para protegerla.