Capítulo 186
Capítulo 186: La luz Está Encendida, ¡Valentina Está en Casa!
Valentina regresó a la Villa Valenzuela. Habian abandonado el baile antes de lo previsto y, al
llegar a la Villa, don Raúl todavia no se había retirado a descansar. Al ver a Valentina envuelta en una toalla y con el abrigo de Alonso sobre sus hombros, su cabello aún goteando, don Raúl se
acercó para recibirla.
-Valen, ¿qué ha pasado? ¿Cómo acabaste asi? -preguntó don Raúl, justo cuando Valentinal estornudó.
La expresión de don Raúl se tornó aún más preocupada y ordenó a Federico que preparase un
baño para Valentina, para que se quitara el frío. Valentina, en efecto, necesitaba un baño caliente.
Tras una mirada tranquilizadora a don Raúl, sin decir mucho más, subió a su habitación.
Pero don Raúl parecía cada vez más inquieto. Miró a Alonso con severidad y le preguntó:
-Si no me equivoco, esta noche era el baile de cumpleaños de los gemelos de la familia Bennett. La llevaste a Valen, ¿y regresan en estas condiciones? ¿Qué ha sucedido?
Alonso, con un aire de culpa, respondió:
-No supe proteger a Valen como debía. En la residencia de los Bennett hubo un incidente desagradable. Abuelo, no se preocupe, me aseguraré de que den una explicación.
Don Raúl pareció calmarse un poco y, apoyándose en su bastón, dijo con firmeza:
-¿La familia Bennett? El padre de Ethan, Brendan Bennett, debería tratar a Valen con el máximo respeto. ¿Qué se cree Ethan? ¡No permitiré que mi nieta sufra en su casa!
Tras un momento de reflexión, don Raúl decidió tomar cartas en el asunto.
-Llama a Brendan ahora mismo. NôvelDrama.Org is the owner.
Pronto, Federico trajo el teléfono y marcó un número. La llamada se conectó‘ casi
instantáneamente. Brendan, a punto de irse a dormir, contestó el teléfono y se levantó de la cama con una sonrisa, saludando a don Raúl,
-¿Hay algo que necesite de mi a estas horas, don Raúl?
-¿Necesitar algo de ti o de los Bennett? -respondió don Raúl con un tono ni amargo ni dulce, aunque su enojo era evidente.
Brendan, mucho más astuto que Ethan, intuyó de inmediato el motivo de la llamada.
-Don Raúl, ¿Ethan ha cometido algún error?
-Ya que lo has adivinado, ve y preguntale tú mismo–dijo don Raúl antes de colgar.
Brendan no perdió tiempo y llamó a Ethan. Al enterarse de que don Raúl estaba enfadado, Ethan quedó desconcertado por un momento, pero rápidamente dio por terminado el baile y despidió a los invitados, reflexionando sobre lo ocurrido con su esposa Siobhan.
-¿Por qué se enfadará don Raúl? La única incidencia hoy fue esa chica que cayó en la piscina…
Siobhan parecia confundida. La pareja se miró, sin entender cómo el incidente con la
acompañante de Alonso podría haber enojado a don Raúl.
Mientras tanto, Valentina se daba un baño caliente. Sabía que la habían atacado hoy con un propósito, pero se consolaba con haberse defendido. Pronto dejó de pensar en el asunto.
Al salir del baño, Paloma le trajo un tazón de agua con miel y limón.
Señorita Valen, el señor y señor Alonso insistieron en que tomara esto, para prevenir un
resfriado.
Después de que Paloma se fue, Valentina no podía dejar de pensar en su esposo. Intentó llamarlo varias veces, pero siempre se detenía. Finalmente, marcó su número, pero solo encontró el teléfono apagado.
Agitada y sin poder dormir. Valentina decidió cambiar de ropa y salió de su habitación, encontrándose con Alonso, quien también acababa de salir.
-¿Hermano? -exclamó sorprendida Valentina..
Desde aquella noche en que Alonso le salvó la vida, le había empezado a llamar «hermano», y ahora le salía naturalmente, aunque a Alonso no le gustaba ese apelativo.
-¿Vas a salir? Acabas de salir del agua, podrías resfriarte…
-No te preocupes, estoy fuerte. Solo iré a la Villa de Los Pinares a buscar algo–dijo Valentina,
sa
evadiendo la mirada de Alonso.
Alonso, sospechando que había algo más, no preguntó más y se ofreció a acompañarla. Aunque
Valentina dudó, finalmente aceptó su oferta.
Al llegar a la Villa de Los Pinares, Valentina bajó sola del coche. Alonso la observó alejarse, sin
apresurarse en regresar a la Villa Valenzuela. Miró hacia una de las casas, donde una habitación
antes oscura ahora estaba iluminada. No sabia si Valentina estaba allí, pero se quedó mirando fijamente la luz encendida.
En la casa, Valentina entró a oscuras, sintiendo cómo su esperanza se desvanecía al darse
cuenta de que su esposo no estaba. Respiró hondo y encendió todas las luces, buscando en
cada rincón alguna señal de él.
Parecia obsesionada, lamentándose por haber regresado de la Villa Valenzuela. Sin ganas de pensar en nada, sacó varias botellas de vino, whisky y cerveza del refrigerador, sentándose en el sofá para beber sola, como intentando ahogar sus penas.
Mientras tanto, en una intersección cerca de la Villa de Los Pinares, un coche deportivo se acercaba a gran velocidad. Dentro, Santiago, con el rostro tenso y gotas de sudor en la frente. llevaba una venda en el hombro donde habla sido herido por una bala. Su camisa negra colgaba descuidadamente sobre sus hombros.
-Don, seguro que fue don Guillermo quien planeó esto -dijo Thiago, mirando preocupado a Santiago a través del espejo retrovisor-. Primero, hizo que su cuñado César se encontrara con usted y luego preparó una emboscada. Aunque César le salvó la vida, creo que fue solo para evadir responsabilidades. Y señorita Lucía…
Thiago recordaba con enojo lo ocurrido. El cuñado de don Guillermo, César Sánchez, tenía cierta amistad con Santiago. Ese día, César había llegado a Coralia y los invitó a él y a Lucía a un
encuentro. Santiago, por respeto a su antigua amistad, aceptó la invitación, sin imaginar que serían emboscados en el restaurante. Tanto César como Santiago recibieron un disparo.
-Don, quizás deberíamos volver al hospital. Si su esposa lo ve así, se preocupará.
Santiago, apoyado en la ventana del coche, parecía no escuchar. Al pasar por la Villa de Los Pinares, bajó la ventana del coche. Con solo una mirada, vio su casa iluminada.
*La luz está encendida, ¡Valentina está en casa!»