Chapter 71: Siempre tuya, siempre mío
Chapter 71: Siempre tuya, siempre mío
[Isabel]
Es oficial, soy la señora de Quentin Valois o más bien su compañera de vida como él me ha llamado.
Mientras todos nos aplauden ambos caminamos de la mano por el pasillo sonrientes de que por fin
hemos quedado unidos en matrimonio.
Entramos por la puerta para dirigirnos a un pequeño salón donde será la ceremonia civil donde otra
vez reafirmaremos nuestro amor y compromiso mutuo.
—Te amo, te amo, te amo.— Me dice emocionado mientras me toma del rostro y me besa antes de
que los testigos entren al lugar.— Te ves hermosa.
—Te amo más, te ves guapísimo, tan gallardo.
—Basta que todavía falta una fiesta a la que hay que asistir a nuestra fiesta.— Bromea y luego me
besa sobre los labios.— Mi esposa, estaba ansioso por llamarte así.
—¿De verdad? ¿Desde cuándo?
—Desde el primero momento en que te vi.
—Mentiroso.— Respondo entre risas.
Mis padres llegan junto con mi hermano y su esposa y el pequeño Thomas que entra con Lea. Ambos
nos abrazan felices.
—¡Felicidades tíos!— Grita la niña mientras se va a los brazos de Quentin y él la carga.
La niña nos abraza a ambos y le da un beso en la mejilla.— Lo logramos.— Dice.
—¿Logramos?
—Sí, caminar sin el bastón.
Sonrió porque al parecer la niña se ha tomado muy en serio las prácticas que hacíamos en el piso
cuando él aún no regresaba.
—Cierto, lo logramos pequeña.
—Y luego practicaremos para que puedas correr ¿verdad? Así como pudiste bai…- Y al ver mi rostro
sabe que sigue siendo un secreto.
—Practicaremos.— Le aseguro y le doy un beso.
—Felicidades hija.— Dicen mis padres mientras me abrazan felices y luego van con Quentin para
hacer lo mismo. Mi hermano emocionado se acerca a mi . All rights © NôvelDrama.Org.
—¡Te ves hermosa Isa! Bettina estaría orgullosa de ti.
—Lo sé, ella está entre nosotros.— Le hablo emocionada.—Ella es feliz.
Interrumpiendo el momento, el juez se acerca para empezar la otra ceremonia que sólo será para los
miembros de la familia y para Vivianne y su novio que serán sus testigos. Después de volver a firmar y
declarar que estamos aquí porque nos queremos casar, es hora de las fotos tanto individuales como
familiares que estoy seguro quedarán en un álbum de fotos especial.
Quentin me toma de la mano y me pasea por el hermoso resort para bajar a la playa y hacer las fotos
que tanto deseaba. Los colores en el cielo anuncian una hermosa puesta de sol que nos da el
escenario perfecto para que este día sea inolvidable.
Caminamos por la playa de la mano, la beso y lo veo a los ojos —¿Eres feliz? — Le pregunto.
—Mucho, muy feliz. Jamás pensé que volvería a sentir todo esto y ahora, estoy listo para enfrentar el
mundo de tu mano.
—Siempre de la mano.— Contesto.
Nos tomamos las fotos de la manera más romántica posible, descalzos sentir la arena de la playa y las
olas del mar jugando con nuestros pies. Quentin me abraza, me besa, me dice una y otra vez que me
ama y yo hago eco de cada una de sus caricias y palabras para demostrarle que estoy igual de
enamorada y feliz que él.
Después, subimos caminando hacia la hermosa terraza donde los aplausos de los invitados, ya con
copa en mano, nos reciben emocionados para empezar la fiesta.
Ambos caminamos hacia la pista de baile, donde una pequeña orquesta junto con un cantante nos
espera para cantar nuestra canción. Quentin entra primero y yo dejando mi bastón a la organizadora
entro caminando lo mejor que puedo y me uno a él.
—¿Sin bastón? — Pregunta con una sonrisa en los labios.
—Lea y yo hicimos muchas cosas para la boda mientras no estabas, una de esas fue bailar para que
yo no perdiera el equilibrio, esta es mi segunda sorpresa.
—Me encanta.— Murmura.
Los acordes de Perfect vuelven a sonar.— Está canción es tu canción.— Me dice viéndome a los ojos.
— Porque dice todo lo que eres perfecta para mi, y no tienes idea cuánto te esperé.
—¡Ay Quentin!— Digo bajito mientras comenzamos a bailar lentamente al ritmo del tener que canta
tanto en inglés con en italiano.
El mundo desapareció frente a mi, sólo puedo verlo a él y me es suficiente. Sus ojos brillan de felicidad
mientras los míos están a punto de derramar lágrimas de nuevo. Quentin se anima a darme una vuelta
sobre mi propio eje y yo lo hago divertida para regresar de nuevo hacia sus brazos. La música nos
envuelven en esta burbuja donde sólo existimos él y yo, me besa tiernamente sobre la frente y luego
limpia mis lágrimas con las huellas de sus dedos.
—Mi baci piano ed io, torno ad esistere e nel tuo sguardo crescerò — Me recita en un perfecto italiano.
— Me besas suavemente y yo vuelvo a existir y en tu mirada creceré.— Traduce.
Yo sonrió.
La canción termina, los aplausos suenan en nuestros oídos y de nuevo estamos en esa magnífica
fiesta donde ambos unimos nuestras vidas. Caminamos hacia los invitados para darles la bienvenida y
para continuar con el festejo que parece durará casi toda la noche. Entre risas, música, felicitaciones,
besos y brindis de nuestros familiares llegamos a la hora del pastel. Este de doce pisos que pareciera
que toca el estrellado cielo. Quentin cargó a Lea entre sus brazos para que la pequeña nos ayudara a
partirlo ya que ella estaba sumamente emocionada con ese momento.
¡Bravo! Dicen los invitados cuando le damos la mordida al pastel y oficialmente se da “por terminada”
nuestra participación oficial dentro de este evento.
—¿Nos vamos? — Me Murmura Quentin.
—¿Ahora? ¿Ya?
—Sí, te tengo otra sorpresa, pero no está aquí…¿Qué dices esposa mía? ¿Empezamos la luna de
miel?
— Le beso.— Sólo nos despedimos de mis padres y de Lea.— Respondo.
—Perfecto.
Ambos de la mano caminamos hacia la mesa donde se encuentran todos y después de despedirnos
entre lágrimas y risas, caminamos lentamente hasta la habitación donde las maletas ya están hechas
para mi sorpresa.— ¿Era en serio lo de irnos?
—Sí, hoy pasaremos la noche en el yate y de ahí nos iremos hasta Italia, te quiero solo para mi.
Me sonrojo.— Vale, sólo cambio de ropa.
—No, así vámonos que se perderá mi sorpresa.
—O.K.— Respondo entre risas mientras me cambio los tacones por zapatos bajos ya que la pierna me
empieza a incomodar.
Salimos de nuevo hacia el lobby del hotel donde nos están esperando para llevarnos al puerto y salir
de aquí hacia nuestra luna de miel. Ambos no emocionamos al llegar al lugar y en cuanto bajo él me
carga.
—Ven, porque no tenemos mucho tiempo y debemos correr.— Murmura y comienza a correr por el
lugar hasta que llegamos al hermoso y enorme yate.
Subo con cuidado y el capitán me saluda.— Señora, bienvenida.
—Gracias.— Contesto emocionada al no creer lo que veo.
—¿Nos vamos Señor Valois?
—Vamos, que no queda mucho tiempo.— Indica.
Entramos al increíble yate de lujo que pareciera un castillo flotante. Éste contiene una suite principal,
sala de masajes, Jacuzzi, vestidor, baño, una oficina y amplios espacios con bar, sala y camastros
para relajarnos y tener una increíble vista al océano.
Quentin me ofrece una copa de champaña y juntos subimos hacia la parte de arriba donde hay una
pequeña sala redonda donde podremos sentarnos y disfrutar del cielo estrellado. Él toma mi mano y
nos acercamos al balcón—¿Lista para tu última sorpresa sólo de este día? — me murmura.
Asiento con la cabeza.
Ambos brindamos con la champaña mientras el yate avanza hacia delante alumbrado por la increíble
luna llena que nos ha tocado este día, que es tan grande que parece un faro guiando nuestro camino.
—¿Ves ese lugar?— Me indica.
—Sí.
—Ese era el hotel donde estábamos y ahora tenemos la primera fila para lo que viene. Voltea hacia
allá.
Volteo a ver hasta el cielo y de pronto el cielo se llena de colores brillantes cuando otros cientos de
fuegos artificiales, más que los de la noche anterior, iluminan por completo el firmamento arriba de
nosotros.
Quentin me abraza por detrás mientras ambos vemos el espectáculo.
—Hueles a Jazmín esposa.— Me murmura.— Mi aroma favorito.
Me volteo para verlo a los ojos y mientras el cielo arriba de nosotros da el cierre espectacular a este
día tan especial acaricio su rostro y le digo.— Siempre tuya, siempre mío… hasta la eternidad.— Y lo
beso.