Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 69



Chapter 69

Buena memoria.

Llegué a la empresa en mi Rolls Royce, todo lucia tal cual lo recordaba y me sentia tan bien de estar de vuelta en mi trabajo, el único

lugar donde podría mantener la mente despejada. Al entrar a mi oficina, me encontré con un arreglo de rosas rojas sobre mi escritorio.

Las tomé en mi puño y me devolvi al escritorio de Jack.

¿Quién ha dejado esto aqui? le pregunté enseñándole las rosas que habia sacado de mi oficina ya que se levantó de su asiento y Content bel0ngs to Nôvel(D)r/a/ma.Org.

me miró dubitativo.

Las ha dejado el Sr. Paul, ha venido muy temprano con sus padres. -le di una mirada a las rosas y tomé la nota que se asomaba

entre ellas, la abri rápidamente y la lei.

“Estas rosas no se comparan con tu belleza. Bienvenida a Paris.”

Solté una ligera risa sin gracia y devolvi la nota a su lugar, antes de poner el arreglo sobre el escritorio de Jack.

Definitivamente, este hombre no se daba por vencido hasta lograr lo que queria, pero conmigo estaba muy equivocado, en New York, le habla permitido acercarse a mi, porque crei que valdria la pena darle una oportunidad a alguien que en realidad se lo merecia y rehacer mi vida, sin embargo, ahora me daba cuenta que todos sus esfuerzos fueron para lograr lo que sea que su madre tenia planeado.

Tiralas. le ordene a Jack y me miro atónito antes de darle un vistazo al arreglo que lucía tan bonito.

-¿Tirarlas? ¿Está segura? preguntó incrédulo y asenti con mi cabeza en respuesta.

Por supuesto que estoy segura. dije mirando la nota que reposaba sobre las rosas, con indiferencia. ¿Alguien más ha llegado? pregunte cambiando de tema rápidamente.

Si, sus padres están con el Sr. Lancaster y el Sr. Ferrer, están dando un recorrido por las instalaciones y de paso, les va a enseñar sus nuevas oficinas antes de que llegue el equipo profesional de cada representante de marca, el Sr. Vincent està en la oficina de presidencia. no pude ocultar mi sorpresa al saber que mi padre ya estaba con el par de hombres, enseñándoles la empresa

personalmente.

¿Todos se han puesto de acuerdo para llegar temprano? O, ¿soy yo la que llegó tarde?

– Gracias, Jack, estaré en la oficina de Vincent. le regalé una sonrisa y me dispuse a ir a la oficina de Vincent, pero a mitad de camino recordé algo importante. Me devolví al escritorio de Jack enseguida, quedando lo suficientemente cerca como para hablar sin que nadie que pasara por el lugar escuchase. -¿Los abogados te han dado respuesta?

– En este momento se están encargando del asunto, cuando me den respuesta le avisaré de inmediato. asenti con mi cabeza con una sonrisa y antes de retomar mi camino a la oficina de Vincent, le robé una rosa al arreglo que Jack tenia en la mano.

Muchas gracias,

Vincent hablaba por teléfono en el momento que entré a su oficina, al verme esbozó una sonrisa de oreja a oreja y me señaló la silla al frente de su escritorio para que tomara asiento.

Lo necesito lo más pronto posible. No, este caso no puede esperar a mañana. No, al final de la tarde es imposible. -lo miré divertida mientras escuchaba su tono gélido y autoritario, eran pocas las veces que lo escuchaba de esa manera, pero sabia que con los negocios era un Vincent completamente distinto al Vincent que veia todos los dias. Les doy dos horas como máximo.

Luego de decir aquello, finalizó la llamada sin esperar respuesta del otro lado.

Buenos días, mosquetero, ¿te has levantado con el pie izquierdo?-pregunté con tono divertido y por arte de magia, su voz gélida cambió de inmediato.

Claro que no, solo estaba reclamando por la auditoría, pretenden hacerla mañana, no podemos esperar tanto tiempo. -todo rastro de diversión desapareció de mi rostro en cuanto dijo aquello y lo miré con expresión seria.

¿Qué te han dicho? Todos están en la empresa, se darán cuenta. dije preocupada, pues los Dubois estaban desde temprano en la empresa, si se enteran que haremos una auditoria, se darán cuenta que estamos más enterados de lo que creen de sus asuntos.

No te preocupes por eso, será tan discreto que ni siquiera te darás cuenta. me calmé solo un poco, aunque seguia inquieta de solo imaginar que alguien lo notase

En todo caso, haré que todos salgan de la empresa antes de que inicie la auditoria, estaré más tranquila. Vincent asintió estando

de acuerdo y su mirada se posó en la rosa que tenia en la mano. Enseguida, estiré mi brazo para entregarsela. -Para ti.

Sarah, por favor, nunca en mi vida me habia regalado una rosa, ¿de dónde la has sacado? dijo ocultando su rostro divertido,

aunque no hizo su mayor esfuerzo, pues soltó una risa cuando tomó la rosa en sus manos.

Gracias.

Pues seré la primera, ¿qué tiene de malo?-miré mis uñas despectivamente, antes de soltar una respuesta que quizá no lo tomaria tan bien.-Paul me ha dejado un arreglo en la oficina. -tan pronto como dije aquello, la rosa resbaló de su mano, cayendo en su

escritorio.

Sarah, si estás bromeando… Dios, ¿me has dado una rosa que te regaló ese traidor? ¿Por qué la recibes? me mantuve serena en mi asiento, sin tomarle demasiada importancia al asunto.

-La he mandado a tirar. aclaré antes de que se alterara por un tema poco importante.

Volvió a tomar la rosa y antes de que pudiera responder, la puerta de su oficina se abrió llamando la atención de ambos. La cabeza de mi padre se asomo y una sonrisa apareció eri su rostro.

Oh, aqui están los dos. Adelante, por favor. dijo mi padre, mientras se hacia a un lado dejando el camino libre, entonces, aparecieron Alexander y Julián, ambos con trajes impecables.

Me levanté de mi asiento al verlos entrar y sonrei en secreto al ver el labio lastimado de Alexander, probablemente tarde en curar su

herida.

Bienvenidos. dijimos Vincent y yo al unisono.

Estreché mi mano con ambos en modo de saludo y Vincent hizo lo mismo.

Esta es la oficina de presidencia. Cómo ya saben, actualmente, Vincent está tomando mi lugar. Sarah y Vincent estarán a cargo de todo, no duden en acudir a ellos en caso de algún imprevisto o alguna

inquietud. mi padre explicó brevemente y me movi inquieta en mi lugar porque Alexander mantuvo su vista clavada en mi, como si fuera yo la que estaba hablando.

– La empresa ha superado mis expectativas, todos los espacios están bien distribuidos, la maquinaria es de la mejor calidad al igual que los materiales, ¿hemos visto todo? Falta la oficina de la Sra. Sarah, ¿me equivoco? Digo, si es que en esta oportunidad el Sr. Vincent no está ocupando su asiento, Sra. Doinel. Alexander habló despreocupado de la empresa hasta el momento que tocó el tema de mi

oficina.

Sabia que lo decia porque la última vez que estuvo en esta empresa, junto a su madre, Vincent ocupó mi asiento en mi oficina y dio.

la cara por mi.

Malos recuerdos.

Sonrei sin mostrar los dientes, antes de hablar.

Tiene buena memoria, Sr. Lancaster. -dije con indiferencia, mientras lo miraba con una ceja levemente arqueada.

Sarah, ¿nos acompañas a tu oficina? –mi padre intervino como si sospechara que en cualquier momento iniciariamos una

discusión como la que tuvimos en el Jet.

mano.

Claro.-respondi serena y miré a Vincent. No dejes que se marchite.–le dije, refiriéndome a la rosa que seguía en su

Sin más y sin mirar a nadie, sali de la oficina antes que todos para guiarlos hasta mi oficina. Al entrar, mi padre les dio una rápida

charla a Alexander y a Julián, me mantuve en silencio, recordando como una real masoquista el dia que Alexander viajó hasta Paris para

hablar conmigo y lo primero que se me vino a la mente fue ocultarme en el baño.

No fue muy maduro de mi parte, pero en ese momento, lo último que queria era verlo o intercambiar la más minima palabra con él.

Qué irónico, ahora lo tendria por un año merodeando en la empresa.

Cuando mi padre dio por finalizado su recorrido, invitó a Alexander y a Julián a que se acomodaran cada uno en su respectiva oficina y se fue, porque habia dejado a mi madre con Patrick y los Dubois.

Me despedi de todos y Julián fue el primero en salir, Alexander camino hasta la puerta y justo cuando pensé que por fin iba a abandonar mi oficina, se detuvo en la puerta y la cerró detrás de él, antes de caminar hacia mi con paso lento, me quedé de pie en mi lugar sin poder ocultar la sorpresa y confusión, estaba atónita mirándolo con el ceño fruncido.

-¿Qué está haciendo? Debe irse a su oficina. dije enfadada por su atrevimiento, ¿que se ha creido?

¿Qué hay entre Vincent y tú? preguntó ignorando lo que acababa de decirle y lo mire confundida, sin comprender ni un poco a lo

que se refería con aquello.

¿Vincent y yo?

Pronto comprendi lo que estaba pasando y no pude evitar reirme en su cara, como si acabara de decirme un buen chiste.

Sr. Lancaster, ¿me está haciendo una escena de celos?-pregunté divertida y no hizo falta que hablara para obtener una

respuesta, pues su mirada sombría lo decía todo.

– Los vi abrazados y los escuché anoche. “Princesa, no pienses demasiado.” “no te preocupes, te voy a cuidar como la princesita que

eres.” ¡Le has regalado una rosa! -volvi a reirme por su mala imitación de Vincent y por lo gracioso que luce haciendo una escena tan

tonta de celos. -Sarah…

Sr. Lancaster, en primer lugar, no tengo que darle explicaciones, sin embargo, ya que me ha hecho reír, le recordaré que Vincent es mi primo, casi como un hermano para mi y uno muy sobreprotector, es normal que usted vea tal muestra de afecto entre ambos. Y

segundo, ¿me ha estado espiando?-la idea de que Alexander hubiese escuchado nuestra conversación, me dejaba helada, aunque, si

hubiese escuchado más, no hubiese malinterpretado la situación de anoche.

No te estoy espiando, me perdi en busca del baño… Por Dios, ¿cuántas veces debo decirte que no me trates de usted?-lo mire

con una ceja enarcada, sin creerle lo primero que me dijo.

Cuando estuve apunto de refutar, la puerta de la oficina se abrió y me di cuenta que Paul se quedó inmóvil al ver la espalda de

Alexander.

No lo pensé dos veces y me acerqué a Alexander, lo suficiente para abrazarlo por el cuello. Por lo tenso de su cuerpo, sabia que lo tomé por sorpresa, no obstante, no pasó mucho tiempo para que sus brazos envolvieran mi cintura, fundiéndonos en un cálido abrazo

que por poco me hace estremecer.

Tragué en seco, mientras cerraba mis ojos, ignorando los nervios que aparecieron por arte de magia en mi sistema y hasta ahora no sabia por qué, o tal vez lo sabia, pero me molestaba pensar en ello.

Maldición, también tengo buena memoria.

Abri mis ojos volviendo en si, concentrándome en el objetivo que quería alcanzar con este abrazo y aclaré mi garganta antes de

hablar.

No lo digas más, no lo volveré a hacer, Alex.


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