Capítulo 175
Capítulo 175
ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 24. Orlenko con K
Nahia se quedó petrificada cuando vio a Aaron entrar en el club. No necesitaba escucharlos, la expresión de los dos gorilas gritaba “Si, señor” y “Perdón, señor” más alto que cualquier palabra. Lo vio subir a uno de los reservados del segundo piso y se le quedó observando.
Aaron, por su parte, enseguida localizó a Nahia y la mantuvo a la vista.
El club era enorme por dentro, mucho más de lo que parecía por fuera, y todas las pistas de baile estaban organizadas alrededor de una jaula de pelea. A nadie le importaba que no fuera legal, para la mafia legal era lo que ellos querían y punto.
Pocos minutos después Jürgen Borisov se encontraba con él en aquel reservado de lujo en su club. Ambos eran ricos y poderosos hombres de negocios, y no provenían de mundos demasiado diferentes. Aaron venía de una familia que solía solucionar problemas a nivel internacional y que poseía una vasta fortuna y una red de contactos en todo el mundo. Borisov, por otro lado, era una figura de la mafia local, más local de lo que él mismo imaginaba, pero no dejaba de ser peligroso.
Aaron comenzó el encuentro como solo él podía hacerlo: con un apretón de manos y una acusación directa:
-¿Qué has hecho con mi guardaespaldas? ¿Por qué te lo llevaste?
Borisov miró a Aaron con calma, sin mostrar ninguna señal de estar preocupado,
-No sé de quién me hablas -respondió.
-Jared Meisner, Verónika Radev y una bebé de seis meses. ¿Dónde están? -preguntó Aaron.
-Creo que ha habido un error -replicó Borisov.
-Por supuesto, debe ser porque tus hombres te deletrearon mal mi nombre o algo -gruñó Aaron-. Es Orlenko con K. ¿O ya se te olvidó?
Jürguen Borisov apretó los dientes con una mueca de impotencia.
-Por supuesto que sé quién eres. La Bestia Orlenko. El asesino de la Titiritera, el hijo de la Mariposa… te he visto pelear antes -siseó.
-Pues es su defensa mi madre es muy racional… pero la Titiritera no es una dulce ancianita -replicó Aaron-. Y si me has visto pelear ya sabrás que no vine a aceptar mentiras estúpidas. Tú tienes a mi guardaespaldas, a la mujer y a la niña. Devuélvemelos… y a lo mejor no pierdes la ciudad que con tanto trabajo conseguiste ganar.
En un instante cuatro armas estaban apuntando a su cabeza, pero Aaron ni se movió.
-¡No me amenaces con mi territorio! -espetó Borisov con furia.
-¿Tu territorio? -repitió Aaron con sorna-. Esta ciudad solo es tuya porque el Hellhound te permite tenerla. Sin su apoyo estarás muerto en una zanja antes de que pase una semana.
Borisov apretó los dientes y negó con terquedad.
-No te creo, para el Hellhound los negocios son negocios, no se metería en uno mío, así que no pienses que puedes intimidarme con eso. Un problema entre tú y yo para él no significa nada…
-¿Estás seguro? -sonrió Aaron-. No te pongas la soga al cuello, Borisov, no me hagas ponerte al Hellhound en tu puerta o peor… a su hija.
Aaron lo vio ponerse livido, y se dio cuenta de que no sabía a cuál de los dos le tenía más miedo, pero
evidentemente tenía que esconderlo.
Borisov levantó la voz y lo amenazó un tono irónico.
-No creo que tengas tanto poder -dijo Borisov, aunque sus palabras no mostraban mucha confianza-. Escúchame bien. Te entregaré a tu guardaespaldas y a su zorra a cambio de algo especial, algo que nunca has hecho.
Aaron achicó los ojos, ya se había aburrido de discutir y sabía muy bien a dónde un adicto a las peleas como el mafioso quería llegar.
-¿El primer y último hombre en pie? -murmuró.
-Exacto, la Bestia Orlenko conta todo lo que entre por la puerta de la jaula. Si ganas en mi jaula te los entregaré. Si no lo haces, creo que se morirán todos.
Aaron pensó por un momento, luego se dio la vuelta y caminó despacio hacia el balcón, bajo la atenta mirada del mafioso. Sus ojos se encontraron con los de Nahia y se frotó las manos una sola vez antes de asentir con la cabeza.
-Trato hecho -sentenció. Te doy cuatro horas para reunir a tus peleadores. En la madrugada…
empezaremos.
Los dos hombres estrecharon las manos para cerrar el acuerdo, pero antes de que Aaron hiciera cualquier movimiento, aquellos cuatro hombres armados se lo llevaron a un cuarto y por todo el club se extendió la voz de que habría una pelea en la madrugada. 1
-¡Maldición! -gruñó ella antes de marcar aquel número, al que respondieron de inmediato. ¿Katerina
Orlenko?
-¿Nahia? -preguntaron del otro lado y la muchacha se paralizó.
-¿Y usted cómo sabe quién soy yo? -murmuró.
-Porque nadie más podría llamar del teléfono de mi nieto. ¿Qué le pasó a Aaron? -la increpó Katerina.
Contarle lo que estaba pasando fue cuestión de pocos minutos y para cuando cortó la llamada, ya estaba segura de que la ayuda venía en camino. La pelea se programaba para la madrugada, y pronto empezaron a sacar a la gente del club a menos que pudieran pagar una entrada de diez mil levs (moneda búlgara).
Nahia se metió en uno de los baños y estuvo escondida casi dos horas hasta que comenzó a sentirse el nuevo bullicio de una élite que estaba llegando para ver la pelea. Tenía el corazón en un puño, Aaron era un boxeador universitario, y aquí escuchaba a la gente hablar de los que morían en las jaulas durante las peleas… ¡no podía ser que lo obligaran a hacer algo como eso! 2
Finalmente las luces de la jaula se encendieron y un comentarista tomó el mando de aquel micrófono, anunciando lo que vendría.
-¡Señoras y señores, su atención por favor! ¡Esta es la noche más esperada en años! -gritó el hombre al micrófono con una voz temblorosa de excitación-. ¡Es esta oportunidad nuestro anfitrión nos ha ofrecido este evento irrepetible! -La multitud rugió como una sola voz-. Hace muchos años que se mantiene un campeón invicto, ¡Darío El Diablo Rivera! El evento fue en América ¡y fue impresionante! ¡ Pero desgraciadamente, nos lo perdimos! ¡Esta noche alguien lo intentará de nuevo, y será una noche inolvidable para todos nosotros! 4
La multitud parecía enloquecida y Nahia no tenía idea de lo que estaban hablando, solo sabía que tenía mucho miedo por Aaron. (1
-¡Así que aquí estamos, no para una pelea normal! -siguió el comentarista paseándose por la jaula–i Estamos aquí para ver al primer y último hombre en pie! ¡Un favorito contra cualquiera que se atreva a
entrar a la jaula! ¡Nadie cede, no hay puntuación, sólo la última sangre, señoras y señores! ¡No se sale de esta jaula a no ser que sea inconsciente… o muerto! -La gente estaba loca de la emoción y gritaban desde sus asientos alrededor de la jaula-. ¡Y el favorito de esta noche, el primer hombre en entrar a la jaula, nuestro retador, desafiando la misericordia del mismísimo Jürgen Borisov y entrenado por la leyenda de las jaulas, Alonso Fisterra…! ¡TO0000–DOOOOS DEEEEE PIEEEE! RECIBAMOS AL MONSTRUO! ¡AL UCRANIANO! ¡A LA BESTIAAAAAAAA ORLENKOOOO! 7
A Nahia casi se le pegó la quijada al pecho cuando lo vio subir. Estaba lleno de tatuajes… ella lo habla visto sin camisa y no tenía… O se los había hecho en las últimas cuatro horas o el cabrón se ponía maquillaje…
-¡No puede ser…!–gruñó viéndolo con aquel pantaloncillo corto que le cubría hasta la mitad de los tatuados muslos. 2 C0ntent © 2024 (N/ô)velDrama.Org.
Era músculo puro, su cuerpo brillaba con el sudor y sus manos estaban envueltas en una cinta ligera de color rojo. 1
Aaron apoyó las manos en la malla mientras paseaba la vista por todas las gradas, localizando a quien quería. Durante un segundo sus ojos se encontraron con los de Nahia y le sonrió. Él le sonrió… *
-¡No, si es que no te van a alcanzar todos los sartenes del mundo, Robocop! -siseó ella. 17