Capítulo 83
Capítulo 83
JUEGOS DE SEDUCCIÓN. Prefacio JUEGOS DE SEDUCCIÓN.
El problema de amar desesperadamente a alguien a los dieciséis, era que nadie lo veía como más que un capricho pasajero. Y si ese alguien era el mejor amigo de sus padres, mujeriego, playboy, futbolista y millonario, entonces todo empeoraba. Sophia King lo aprendió a las malas, cuando se dio cuenta de que él jamás la vería como algo más que su sobrina.
Sin embargo conseguir que Sophia dejara de perseguirlo no fue fácil. A riesgo de perder a la familia que había construido durante años, Rex Lanning decidió usar contra Sophi uno de sus peores extremos, y mostrarle por qué no era el hombre para ella.
Romperle el corazón a una niña es demasiado fácil, el problema es ¿cómo conquistar de nuevo el corazón de la mujer en la que se convertirá?, especialmente cuando no tienes ni idea de que estás frente a la misma persona. 2
PREFACIO
Sophi estaba nerviosa, sobraba decirlo. Aquellas palabras seguían retumbando en su cabeza mientras conducía:
“¡Hoy a las diez en mi departamento!”
Sabía que solo tenia dieciséis años y que Rex Lanning, el mejor amigo de sus padres, solo la veía como una niña que se había encaprichado con él, pero ella sabía que era más, mucho más. Lo había conocido cuando solo tenía siete años y desde ese mismo instante todo su pequeño corazón había sido para él. Había atravesado los peores momentos de su infancia, incluso la muerte de su madre biológica, solo porque Rex había estado ahí para acompañarla y consolarla. Y ahora, tantos años después, ni uno solo de sus sentimientos había cambiado, solo se habían hecho más posesivos, más demandantes.
Porque por desgracia, Sophia King también había crecido con la conciencia de que Rex Lanning era un mujeriego. Jamás había tenido una sola relación estable, pero su cerebro adolescente todavía se empeñaba en creer que en el fondo de él había un príncipe azul.
Se bajó del coche en el estacionamiento de su edificio y subió hasta su departamento. Content © NôvelDrama.Org 2024.
Una oportunidad era lo único que necesitaba. Rex llevaba meses evitándola, pero ese era el día en que todo cambiaría, solo necesitaba una oportunidad para explicarle que lo que sentía por él no era un capricho, que de verdad lo amaba y que eso jamás se le iba a pasar.
Estaba a punto de tocar a la puerta cuando se dio cuenta de que no estaba cerrada. La empujó y entró, llamándolo, pero el ruido que venía desde la habitación principal la hizo caminar hacia ella. Apenas empujó aquella puerta cuando la escena que surgió frente a sus ojos la dejó muda. 2 Rex estaba desnudo en medio de aquella cama, con tres mujeres todavía más desnudas a su alrededor. Una de ellas lo montaba como una amazona, follándoselo sin piedad, mientras las otras dos se divertían haciendo cosas que ella ni imaginaba que existían. Sophia no pudo evitar el dolor que se apoderaba de su corazón al ver aquello, intentó darse la vuelta, pero Rex ya se había dado cuenta de su presencia y ahora sus ojos se encontraban clavados en ella, llenos de una satisfacción desvergonzada. –¿Qué haces ahí parada, Sophia? – le dijo mientras lo follaban cada vez más fuerte– ¿No
vienes? a Sophia se cubrió la boca con las manos mientras un torrente de lágrimas subía a sus ojos. – ¿Qué pasa? —siseó Rex–: ¿A qué diablos creíste que venías? ¿O todavía no te has dado cuenta de quién soy y lo que hago?
–¿¡Cómo puedes ser así!? —– le gritó dándole la espalda, incapaz de soportar más aquella vergüenza
– ¿Y qué esperabas? Flores, cartas y corazones? –gruñó Rex mientras se sacaba de encima a la mujer que tenía sobre él — ¡Quitate! – ordenó mientras se cubría con una sábana y se acercaba a la espalda de Sophia – Ya te dije que eras una niña. Te falta mucho para llegar a mi nivel. 1
Las manos de Sophi cayeron a los lados de su cuerpo, temblorosas.
–Yo de verdad me enamoré de ti, y tú eres un imbécil –gruñó dolida. – También soy doce años mayor que tú, y el mejor amigo de tus padres – replicó Rex. Sabía todo el daño que le estaba haciendo, pero era mejor ahora que aquello todavía era un capricho pasajero– . El niñato ese de Bishop sería mucho mejor para ti que yo, ¡lárgate con él y déjame en paz! 2 Sophi no dijo ni una sola palabra más antes de salir corriendo del departamento, sin atreverse a mirar atrás, llorando desconsoladamente todo el camino de regreso a su casa. 1 Traicionada, herida, devastada. No había forma de describirlo. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras la rabia y el dolor se apoderaba de ella. No podía pensar con claridad, la cara de Rex acostándose con aquellas mujeres, era una imagen que seguía rondando en su cabeza una y otra vez, lastimándola.
DUUE SE
pude ser tan ciega para no darme cuenta de quién es él
–¿Cóm
pude ser tan realmente?
Y ahora era demasiado tarde. No había forma de salir de aquello sin hacerse daño.
Llegó a la mansión King y corrió escaleras arriba. Mientras preparaba una maleta hizo dos llamadas urgentes, una para que prepararan el avión de la familia, la otra para despedirse de un amigo de la infancia: Will Bishop.
Se despidió de su abuelo y su hermanito James, y luego condujo hasta el hospital donde estaban sus padres. Su hermanita más pequeña acababa de nacer ese día, y a ella no le quedaba más remedio que decirle adiós.
–¡Lo siento! ¡Lo siento mucho, mamá, pero tengo que irme! ––sollozó abrazando a su madre, y por mucho que a Meli le doliera, entendía que Sophia tenía que poner distancia, o aquellos sentimientos imposibles jamás desaparecerían. Dos horas después su avión despegaba hacia Europa y Nathan King salía del aeropuerto directamente a derribar la puerta de Rex Lanning,
–IiQué carajos fue lo que pasó con mi hija?! –espetó viéndolo sentado en el sofá, con la cabeza entre las manos.
– Le dejé claro a Sophia que nunca será más que mi sobrina – respondió él frunciendo el ceño mientras su corazón se estrujaba—¿Por qué? ¿Le pasó algo a Sophi?
Nathan apretó los dientes, sabía cuánto Rex lo respetaba y lo mal que él lo estaba pasando también por todo aquello.
–Se fue, Sophia se fue – replicó. – ¿Se fue? ¿¡Se fue a dónde!?
–A Europa. Ella misma mandó a preparar el avión, acaba de irse... –¿¡Y la dejaste que se fuera sola!? —espetó Rex. – ¿¡Y qué querías que hiciera!?...además no se fue sola, Will se fue con ella.
“El chico Bishop“, pensó Rex y por un segundo, uno solo, la idea lo estremeció. No sabría por qué hasta varios años después, cuando descubriera que aquella noche... había cometido el peor error de toda su vida.