Capítulo 183
Capítulo 183
Capítulo 183
Las emociones de sorpresa, enojo e insatisfacción se entrelazaban y confundian, mordiendo
Implacablemente su corazón
Fue engañado, una vez más fue engañado cruelmente por esta mujer.
La fiesta de cumpleaños continuaba en medio de risas y alegría.
Clara quería retocarse el maquillaje en el baño, así que se retiró temporalmente del lado de su
abuelo
En el camino, ella recordó todas las trampas y artimañas que le pusieron Beatriz y Ema desde el
principio hasta ahora. Las consideró de baja categoría y mezquinas, sintiéndolas simplemente
ridículas
Todas eran igualmente inteligentes, pero intentar jugar tácticas delante de ella era simplemente
subestimarla
Ella ya había anticipado qué puntos iban a atacarla, pero lamentablemente, aunque ellas habían
calculado mil veces, no pudieron prever una cosa-
El amor incondicional de su abuelo por ella.
El amor era el castillo inexpugnable que sus maquinaciones y trucos nunca podrían conquistar.
Clara sabia que si su hermano mayor intervenia, no sería apropiado darle el reloj, por lo que
decidió presentar una talla de jade que ella misma había esculpido hacía medio mes para su
abuelo.
La razón por la que podía tener esta excelente artesanía era porque creció con las piedras, cuando
solia observar a Tio Tovar trabajando en piedras.
Se podría decir que el Maestro Ruiz también fue su maestro de alguna manera.
La villa tenia un pasillo muy largo, serpenteante y complicado. Era la primera vez que Clara
visitaba, y después de dar dos vueltas, pronto se perdió.
En este momento, un pequeño gatito de flores regordete se deslizó frente a ella.
¿Eh, a dónde vas, pequeñito?
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Clara se sintio jugueton Con una sola rii mi rostro persiguio al gatito en la dirección en la que
escapaba
Cast la alcanzaba pero su falda era demasiado apretada y sus tacones altos resbalaron en el suelo empedrada hacienda que diera dos pasos hacia adelante y se lamhalpara
Justo frente a ella estaban las escaleragi
Ah! – Clara grito asustada y cento los ojos con fuerza
De repente, unos brazos fuertes y tumes la todeaton desde alias como enredaderas, sujetando su
cintura gracil
El hombre eta estable y confiable, lo que tranquilizó el corazón agitado de Clata al instante.
Ensegunda, su cuerpo se sintio ligero Con solo una tina capa de tela de mi espalda, se quedó
pegada al cuerpo familiar
Miau
El gato gordo que estaba sentado en la toca se tio maliciosamente y desapareció en un abrir y
cerrar de ojos.
Clara abrió lentamente los ojos, pero no se atrevió a mirat atrás. Sólo suspiró suavemente en los
brazos del hombre.
Alejandro claramente sintió como la espalda hermosa, empapada de sudor, se ajustaba a su cálido
pecho.
Como las alas de una mariposa, con una atracción fascinante.
El corazón del hombre, restringido debajo de su traje, era dificil de controlar.
-¡Sueltame! ¿Aún no me has aquantado suficiente?– Clara se mordió el labio y luchó en sus
brazos
Los ojos de Alejandro se oscurecieron con ambigüedad mientras sus anchas manos acariciaban esa seductora curva de cintura que era dificil de resistit, y la soltó.
¿Crees que lo hice porque yo queria? Fue solo porque te ibas a caer. – dijo con la expresión
sombria
No pienses que te agradeceré por eso.
+15 BONOS
Clara se apoyo en un pilar para mantenerse firme. Luego se volvió hacia el con una mirada fría e implacable Preferiría caer y perder todos mis dientes en el suelo que dejar que te aproveches de
mi
En el desteilo de la puesta de sol, su rostro encantador era tentador.
Aprovecharme de ti?
Alejandro contuvo la respiración, pero una sonrisa sutil se dibujó en sus labios: ¿Crees que
esperaría hasta ahora aprovecharme de ti?
¡Alejandro Hernández! – los ojos de Clara se abrieron de ira.
-Antes ¿no eras tú quien se apresuraba a entregarme esas ventajas?
Los ojos de Alejandro se entrecerraron, mostrando un atisbo de frialdad: – Nos hemos divorciado,
pero no he perdido la memoria.
Desde el comienzo de la celebración hasta ahora, las continuas provocaciones de su ex esposa
habian llenado su pecho de ira.
Si lo soportaba por más tiempo, podría enfermarse.
El corazón de Clara se hundió, sintiendo una abrumadora sensación de vergüenza que recorrió
todo su cuerpo, por lo que no pudo evitar reírse irónicamente: – Ah, entonces, ¿cómo estás ahora?
Antes tenías todo a tu alcance y no sabías apreciarlo. Sin embargo, ahora que lo has perdido, ¿
comienzas a lamentarlo?
– Irene, tú……
– Señor Hernández, ¿no ha oído el dicho de que no debe lamentarse por algo que ya pasó? Aquellas
cosas que antes yo quería darte pero que no quisiste, ahora no tienes ninguna oportunidad de
volver a obtenerlas.
En ese instante, los ojos de Alejandro se enrojecieron. Sus manos sujetaron bruscamente las
delicadas muñecas de Clara, y la presionó con fuerza contra el pilar.