Chapter 679
Chapter 679
Capítulo679
-No lo haré. Ya no quiero bailar- dijo Noa mientras disfrutaba de su jugo y pastel en el cómodo
sofá del rincón. ¡Estoy muerta del cansancio! ¡Pero aun así Rodrigo insistia en sacarla a bailar!
Ella había visto a sus padres y a Leona bailar antes, pero se sentía insegura. No creía que tuviera la
habilidad para ello y temía ser la burla y el centro de atención de todos.
-No, está bien, te enseñaré poco a poco, solo déjate llevar Noa- Rodrigo se inclinó hacia ella,
poniendo sus manos con paciencia en sus hombros.
-No quiero bailar, Rodrigo- Noa bajó la cabeza con una expresión afligida y un poco de crema en
la comisura de los labios. Parecía tan vulnerable, lo que hizo que Rodrigo se sintiera incómodo.
Sin embargo, su siguiente comentario reveló su verdadero sentir. -¿Estás molesto conmigo,
–
Rodrigo? al ver que él no decía nada durante un rato, Noa comenzó a preocuparse y sus
pequeños pies, calzados con zapatos de cuero, se movieron inquietos.
Los ojos de Rodrigo se estrecharon con ligereza, sintiéndose mal en su interior. Sabía que ella
tenía razón; a veces se emocionaba demasiado y se olvidaba de que Noa era una niña autista.
-Rodrigo, ¿me estás ignorando? – dijo Noa cuando él seguía en silencio, y su pequeño rostro
mostraba preocupación.
Rodrigo se arrodilló rápidamente frente a ella, con una sonrisa encantadora en su rostro que podría deslumbrar a cualquiera. Con su dedo, limpió cuidadosamente la crema de la comisura de los C0ntent © 2024 (N/ô)velDrama.Org.
labios de Noa, y luego lamió el dedo que tenía crema.
El rostro de Noa se sonrojó instantáneamente, como una fruta madura, y con timidez apretó los
puños.
-¿Por qué hiciste eso? Es asqueroso- dijo tímidamente Noa, mientras Rodrigo tomaba su mano que estaba ligeramente fría y la cubría con la suya, tratando de calentarla.
-¿Asqueroso? Tu cuerpo y tu aroma no son asquerosos para mí. Noa, estás llena de dulzura y fragancia en todas partes- Rodrigo miró sus ojos claros y le sonrió sinceramente. Luego, de manera traviesa, preguntó: -Noa, ¿te gustaría que te enseñe a bailar? He notado que te has aburrido sentada aquí toda la noche.
-No soy buena en eso- Noa se mostró insegura.
—No importa, te enseñaré poco a poco- dijo Rodrigo mientras se acercaba a su oído, su cálida
respiración rozaba su cuerpo-Será como enseñarte a besar.
El rostro de Noa se sonrojó nuevamente, y exclamó avergonzada.
Rodrigo se dio una bofetada mentalmente; se sentía como un verdadero canalla.
Por otro lado, el ambiente en la familia Pérez también era agradable. María estaba animada,
sostenía una copa de vino tinto en alto mientras bailaba con Inés. Leticia, por otro lado, se había
emparejado con Diego, ¡lo que dejó a Victor atónito!
-¡Mamá! Si quieres bailar, puedes bailar con papá o conmigo. ¿Por qué eliges bailar con mi hermano mayor? – Victor miró a su madre mientras ella bailaba con Diego, perplejo.
Pero no podía evitar decir que su madre, cuando bailaba, no parecía envejecer en absoluto; por el contrario, irradiaba vitalidad. Podía imaginar lo hermosa que debió de ser hace veinte años. Su hermosa juventud impregnaba vitalidad a su cuerpo.
-De todos modos, no quiero bailar contigo, con esas manos torpes y pies pesados tuyos- dijo su madre.
Leticia, tomada de la mano de Diego, giraba a su alrededor y le decía: -Con lo elegantes y con gran ritmo que somos tus padres, ¿cómo pudimos tener un hijo como tú, tan descoordinado?
Víctor se encogió de hombros con indiferencia. -Aunque bailemos perfectamente, ¿en qué nos ayuda para atrapar criminales? ¿Crees que después de un buen baile podrán rendirse en el acto?
Leticia le respondió con sarcasmo: -Si funcionara, sería genial. ¡Podríamos evitar todo el alboroto con cuchillos y armas, simplemente asustándolos hasta la rendición!
Madre e hijo discutieron, provocando risas entre los presentes.
Celeste se sentó y bebió sola en un rincón. Observó a su familia disfrutar juntos, y poco a poco, sus ojos se volvieron acuosos, con lágrimas apenas perceptibles.
-Celeste.
Celeste regresó a la realidad, y levantó la mirada con rapidez. Javier estaba de pie frente a ella, con una sonrisa radiante en su apuesto rostro, extendiendo su mano derecha en un gesto caballeroso.